Lo primero, antes de realizar un masaje, es conocer los casos en los que debe evitarse, o, al menos, cuando se debe consultar previamente a un profesional:
En enfermedades cutáneas generalizadas tanto de origen infeccioso, como en dermatitis extendidas. También en heridas.
En enfermedades circulatorias (trombosis, flebitis, hematomas, retenciones graves, etc.
Tras una intervención quirúrgica.
Cuando existe alguna dolencia grave del sistema locomotor (fracturas óseas, desgarros musculares, roturas de tendones o ligamentos, enfermedades degenerativas, gota, etc.
Cuando exista fiebre o se tenga la certeza de una enfermedad infecciosa.
En procesos tumorales.
En personas con problemas psiquiátricos.
Durante el embarazo (sobre todo el primer trimestre) y los primeros dos o tres días de la menstruación.