La astenia primaveral es un mal pasajero que acompaña a esta estación y que responde bien al refrán de que “la primavera, la sangre altera”.
Afecta a entre un 8 y un 10% de la población
Se caracteriza por:
Debilidad y fatiga con decaimiento físico y mental
Apatía, falta de ganas de hacer nada. Cansancio extremo, incluso tras el reposo nocturno.
Inapetencia sexual
A veces se acompaña de melancolía y tristeza, sin ningún tipo de motivo.
Pueden aparecer también síntomas físicos como taquicardias, dolores y calambres musculares e, incluso, alopecia y debilitamiento de las uñas.
Causas:
Al no ser una enfermedad bien definida, sino un síndrome, no existen unas causas exactas. El aumento de la luz solar, cambios metereológicos, alergias, etc.
Existe una hipótesis que la relaciona con la disminución de la concentración plasmática de beta endorfinas. Estas son las moléculas que segrega nuestro cuerpo con el fin de disminuir el dolor y mejorar el estado de ánimo.
Como evitarla
En este momento en que la naturaleza está en eclosión, el tiempo varía constantemente de temperatura y presión atmosférica, etc, conviene hacer una especial incidencia en ordenar nuestros hábitos higienico-dietéticos:
Dormir correctamente las horas suficientes de descanso, tratando de acostarse y levantarse siempre a la misma hora. Conviene no usar hipnóticos o ansiolíticos para conciliar el sueño. Mejor puedes emplear un relajante Baño de Lavanda.Para evitar el insomnio se debe dejar de tomar bebidas excitantes, café, té, refrescos de cola, sobre todo en las últimas horas del día.
Practicar ejercicio moderado, del tipo pasear a un ritmo de cien pasos al minuto, correr ligeramente, montar en bicicleta, nadar, etc. a ser posible por la mañana o dos horas después de la comida.
Favorecer los ciclos luz-oscuridad, es decir aprovechar las horas con sol para hacer actividades en el exterior, evitando echarse siestas y dormir en las horas de oscuridad, evitando trasnochar.
Extremar el cuidado de la alimentación, procurando evitar la comida basura, los dulces, los alimentos elaborados. Y aumentar la ingesta de fruta y verdura fresca, con sus vitaminas y minerales. Desayunos energéticos con pan, miel natural, zumos de frutas. Comidas con verdura y algo de carne, pescado (sobre todo los ricos en Omega-3), huevos, es el momento de proporcionar proteínas. Las cenas deben ser frugales y ausentes, en lo posible, de grasa.