En el artículo anterior se habló de como actuaban los desodorantes y como llegaban a cumplir su función.
En este artículo se pretende defender el empleo de los desodorantes naturales comparándolos con los convencionales.
Aceites esenciales o antisépticos halogenados
Para eliminar la flora bacteriana en los desodorantes naturales se emplea el farnesol procedente de aceites esenciales de diferentes plantas.
Este alcohol sesquiterpénico es un bacteriostático, es decir que controla la proliferación bacteriana, pero no elimina la flora saprófita, positiva para la piel. Esta selectividad la consigue al eliminar únicamente a las llamadas bacterias Gram +.
Formulado al 0,2% desarrolla una acción desodorante que persiste hasta 8 horas, pudiendo aumentar su efecto hasta las 12 horas cuando se incluye en una concentración del 0,3%.
En los desodorantes convencionales se formula para este fin derivados halogenados como el triclosan.
Este producto está muy en entredicho por su capacidad para reaccionar con el sistema hormonal. Aunque todavía no se ha podido demostrar su toxicidad en humanos, se ha podido comprobar que se excreta en la orina, por lo que es una sustancia que penetra en el organismo con el riesgo potencial que eso supone. De hecho existe una ponencia en el senado de los EEUU que solicita la prohibición de este ingrediente por parte de la FDA.
Al ser un bactericida no respeta las baceterias saprófitas que pueblan y benefician a nuestra piel.
En animales se han llevado a cabo estudios en los que ha quedado patente sus riesgos.
Además el sobreempleo de esta sustancia está favoreciendo las resistencias bacterianas, lo cual lo hace un peligroso no solo a nivel individual, sino a nivel poblacional y global.
Alcohol o silicona
Muchos de los desodorantes naturales en sus formas galénicas líquidas (roll on o spray) presentan una mezcla de agua y alcohol como vehículo.
El alcohol ha sido muy criticado por la capacidad que tiene como deshidratante de la piel. Esto que puede ser cierto si se emplea en unma loción corporal, no lo es en el caso de un desodorante que se aplica sobre las axilas que es una parte de la piel gruesa y muy pilosa que además se encuentra bien hidrtada y en que es excepcional enciontrar problemas de sequedad.
Es verdad que se debe tener una cierta precaución con las pieles sensibles y que puede irritar si se aplica justo después de la depilación.
Sin embrago la industria química lo ha tratado de sustituir formulando siliconas como la dimeticona. Estas son capaces de obstruir los poros en una zona que precisamete tiene una alta concentarción en ellos; cerrarlos puede resultar tóxico.
Las sales de Aluminio
La toxicidad de estas sales ya se mencionó en el artículo anterior y las sospechas que pesan sobre ellas de relacionarse con los tumores mamarios. La potente industria cosmética lo niega, pero mientras tanto han sacado al mercado innumerables presentaciones de “desodorantes sin sales de aluminio”.
Respecto a las diferencias de las sales de aluminio con el alumbre se describirán en el siguiente artículo.
Otras sustancias tóxicas presentes en los desodorantes convencionales
En los desodorantes podemos encontrar además perfumes sintéticos, potenciales sensibilizadoras de la piel, que además pueden recurrir a los ftalatos para ser fijados. Al ir en pequeña concentración, no exenta de riesgos, no es necesaria su inclusión en el INCI.
Los PEG emulgentes procedentes de la química del petróleo que se encuentran en muchos desodorantes artificiales modifican la permeabilidad cutánea, haciéndola más vulnerable a la penetración de sustancias tóxicas.
Además en algunos desodorantes artificiales se encuentran inhibidores enzimáticos bacterianos de cuyos efectos sobre la piel no se conoce demasiado.