Nuestra piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, nos recubre, nos protege pero además nos comunica con el exterior y es el mayor de todos los sentidos. En su interior se albergan un gran número de terminaciones nerviosas que nos proporcionan información vital, con termoreceptores, basoreceptores (tacto), quimioreceptores que detectan el dolor, etc.
Todos tenemos experiencias recogidas a través de nuestra piel, una caricia, un pinchazo o haberse quemado.
Es a esta piel como organismo vivo y sensible a la que se dirigen muchos cosméticos naturales, cuya función no solo es hidratarla o nutrirla sino alimentar sus necesidades más profundas.
En esto se basa la cosmética natural y el nuevo término denominado actualmente como cosmética holística, puesto tan de moda desde que Demi Moore se declaró adepta a esta tendencia
En este blog ya se ha hablado de esta idea cuando se la ha descrito como emocionante o profunda.
Así para que una piel esté bella ha de estar sana y para ello es la persona la que se debe encontrar en un equilibrio emocional y de salud completo. La cosmética natural cuenta con aceites esenciales y aromas que armonizan lo más íntimo de una persona, que relajan o estimulan y que llegan a lo más hondo de la persona.