Los aceites vegetales se han empleado desde hace siglos para el cuidado de la piel por la capacidad que tienen para aportarla hidratación y nutrición y mejorar su aspecto.
Composición
Aunque presentan una composición compleja teniendo en cuenta las diferentes plantas de la que proceden, todos ellos presentan dos partes.
La primera e inmensamente mayoritaria (cercana al 98%) se corresponde con la llamada fracción saponificable y está compuesta por triglicéridos. Estos, a su vez, están formados por una molécula de glicerol a la que se unen tres ácidos grasos.
La segunda fracción es la llamada insaponificable son las sustancias de carácter oleoso que se encuentran disueltas en el aceite, donde se hallan, entre otras, las sustancias que le dan el aroma característico a cada uno de ellos.
Los ácidos grasos
Entre los ácidos grasos destacan los llamados ácidos grasos esenciales (AGE). Reciben este nombre porque se deben aportar por vía externa, tanto en la dieta, como a la piel mediante la vía tópica, puesto que no lo podemos sintetizar por nosotros mismos.
Además estos AGE forman parte de muchas vías metábólicas como la de la síntesis de las denominadas prostaglandinas que intervienen en las reacciones inflamatorias.
Obtención de los aceites
Los aceites se pueden obtener a partir de la planta por extracción mecánica o química.
En la primera se emplea la presión y para mantener intacto su contenido como ácidos grasos esenciales, flavonoides y vitaminas lipososolubles A y E. Posteriormente no deberán ser refinados para que puedan ser certificados como biológicos.
No todos los aceites que se emplean en cosmética es posible obtenerlos por medios mecánicos: Algunos de ellos deben ser extraídos mediante arrastre. Para ello deben ser sumergidas las plantas de las que proceden en otro aceite y por maceración se extraen. Este es el caso de algunos tan conocidos como los de caléndula o el de árnica.
Aceites vegetales y piel
Los aceites nutren e hidratan la piel mejorando su vitalidad, su salud y su aspecto.
Ya desde las culturas más ancestrales como la egipcia, la romana o las orientales se han empleado para ungir a nobles, reyes y luchadores.
Una de las principales ventajas es su tolerabilidad, dado que no presentan recciones adversas.
Se pueden emplear sobre la piel para:
- protegerla
- tratar pieles agredidas
- equilibrar
- regenerarla cuando está agredido
- conferir luminosida a la piel
- como antiinflamatotios (aquellos que contienen flavonoides como el de árnica)
Son unos grandes aliados de la piel y se pueden emplear tanto solo como formulados en muchas de las cremas.
Además sobre el cabello le devuelven a este su vitalidad y nutren tanto el folículo como la fibra capilar.
¿Por qué deben ser naturales?
Muchas de las sustancias tóxicas que podemos encontrarnos en un planta como los pesticidas son de naturaleza polar y, por tanto, solubles en aceite. Es por esto que se debe apostar por aquellos aceites que procedan de cultivos ecológicos que renuncian a sustancias potencialmente peligrosas como herbicidas, plaguicidas, fertilizantes, etc.