Cada día encontramos más cosmética natural, lo cual es un motivo de celebración porque es importante que el mercado cambie por la aparición de una demanda de aunar cuidado de uno mismo y del mundo que le rodea.
Pero, por esto mismo, es un momento en el que los matices respecto a la cosmética natural deben quedar más claros:
¿Cuánto de natural es un cosmético?
En casa en más de una ocasión uno se pregunta cuánto de natural es esa crema que se está aplicando en la cara o el champú con el que se va a lavar la cabeza. Para ello el aval Na true ordena todos los cosméticos en tres categorías diferentes:
Cosmética natural
Los ingredientes han de ser naturales, aunque no es necesario que procedan de cultivo ecológico
Cosmética natural Bio
En el que, al menos el 70% de los ingredientes han de proceder de cultivo biológico controlado
BioCosmética
En el que, al menos el 95% de los ingredientes han de proceder de cultivo biológico controlado
Y en el caso de que no existan cultivos biológicos
Pues, sencillamente, habrá que hacerlos. Así laboratorios como Dr Hauschka implementan cultivos de ingredientes donde no existen
Y como ellos Weleda y Logona y Santé están sosteniendo proyectos de cultivos ecológicos en muchos países en vías de desarrollo
Biocosmética y cosmética natural algo más que la unión de buenos ingredientes
Los buenos ingredientes de origen natural no consiguen por sí solos los resultados en la piel; para ello deben ser combinados de manera magistral; como cualquier plato que se prepara en la cocina del mejor restaurante del mundo. Por ello es muy importante emplear productos de reconocidos cosmetólogos como lo ha sido Elisabeth Sigmund en Dr Hauschka o como lo es Marie Lebourgeois en dulkamara. Solo con unos conocimientos profundos de las plantas y de sus propiedades pueden favorecer las sinergias para optimizar el efecto terapéutico y embellecedor del producto.
Cuando se respetan la potencia curativa de las plantas se puede favorecer el poder autorregenerador de la piel