A la elaboración consciente de un cosmético natural se le puede aportar, además, un ejercicio consciente a la hora de comprarlo y a la hora de aplicarlo.
La naturaleza nos ofrece “conscientemente” sustancias, que provienen del reino mineral, vegetal y del reino animal, y que se toman para la elaboración de los productos de cosmética natural, muestran al ser humano arquetipos de sabiduría a los que accederemos, en mucha mayor medida, si nos paramos a mirarlo, esto es, a verlo conscientemente.
A esa aportación de sabiduría arquetípica de la naturaleza, el ser humano que elabora dichos productos le añade su propia sabiduría, aquella que a lo largo de la historia de la humanidad el hombre ha ido descubriendo mirando a la naturaleza y mirándose a sí mismo. Los procesos de elaboración de un cosmético de manera sabia potencian la propia naturaleza.
Pero, queda todavía un paso más que está en cada uno de nosotros a la hora de elegir un cosmético, a la hora también de comprar un cosmético en un lugar determinado y, por supuesto, a la hora de aplicárnoslo o aplicárselo a otras personas.
Consciencia en la vida
Desde hace una serie de años se viene dando una corriente que reclama poner más consciencia en cada acto vital. “Estar presente en el presente” y “Momento presente, momento maravilloso” son ideas que acompañan a miles de personas en el mundo. Y corrientes como el mindfulness, la meditación, el yoga, el chi-kung etc. se extienden en esa necesidad del ser humano de aportar consciencia a su vida cotidiana.
Así, nada debería ser ajeno a la consciencia, tampoco los momentos rutinarios diarios, como tesoros escondidos que guardan toda la belleza que nos es dada en la vida.
Mirando con devoción y gratitud cada acto vital, somos capaces de recuperar toda la belleza que le es inherente. También la compra de un cosmético natural, y la aplicación de un cosmético.
Consciencia en la elaboración de los productos de cosmética natural
En la producción de las sustancias naturales, que más tarde serán elaboradas, hay que atender conscientemente a la sabiduría que la historia de la humanidad nos ha mostrado. Así, se toman las sustancias de la naturaleza atendiendo al lugar, al tiempo y al modo de extracción. En ese proceso de producción resulta evidente que no deben emplearse fertilizantes químicos, abonos sintéticos, plagui, herbi o pesticidas tóxicos.
Y ello, pues al permitir de manera consciente el crecimiento y desarrollo de la planta, acompañándola para llegar a su plena vivificación, permitimos que nos regale lo mejor de sí, y, por tanto, podremos recoger la máxima concentración de principios activos y de la mejor calidad.
Además de ello, al no intervenir con productos químicos en su crecimiento y desarrollo, se asegura el mantenimiento de un estado saludable de la piel.
Cuando se renuncia conscientemente al empleo de sustancias contaminantes, como las mencionadas al iniciar este apartado, se está cuidando conscientemente el planeta, a los seres vivos que en él habitan y a nosotros como seres humanos.
La consciencia que en ello se pone, puede ser a distintos niveles. Uno de los aspectos a los que nos referimos es a lo que se ha venido denominando como comercio consciente o comercio justo, así como socialmente responsable. Este tema tan amplio será elaborado en otro artículo aparte más adelante.
Ahora deseamos centrarnos en la consciencia que podemos ponerle a un producto de cosmética natural a la hora de aplicarlo al ser humano.
Y ahí surgen preguntas de manera inmediata: ¿Qué sentido tiene aplicarse una crema sobre nuestra piel y sobre nuestra cara que sabemos que está dañando la tierra?, ¿Como podemos disfrutar de un producto que previamente ha sido experimentado en un animal?
Afortunadamente cada vez hay más campañas sobre la ropa limpia, pero existen pocas sobre cosmética limpia. Siendo ello así, ciertamente es más fácil encontrar en el mercado cosmética que se haya fabricado con criterios sociales y medioambientales, que ropa que se haya elaborado con los mismos criterios.
Consciencia al aplicarse un cosmético
Respecto de la aplicación de un cosmético, surgen varias preguntas:
¿Nos ponemos una crema en la cara sabiendo lo que hacemos?.
¿Nos maquillamos mecánicamente, sin tomar consciencia de que realmente estamos haciendo algo para nosotros mismos y para los demás?.
¿Le ponemos aceite a nuestro bebé en la tripa sabiendo que es un momento único e irrepetible?.
¿Tomamos un baño o una ducha dejando que el agua acaricie nuestra piel y que las sustancias naturales penetren a través de ella?.
Desde hoy mismo tenemos la posibilidad de centrar nuestra atención y de poder disfrutar de un momento realmente único, sea éste cual fuere.
La consciencia dota de más belleza a cualquier acto, por tanto, un cosmético consciente multiplicará sus virtudes.